Ser madre o padre sin dejar de ser tú mismo

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Criar desde el amor, sin olvidarte de ti

Cuando llega la maternidad o la paternidad, todo se transforma.
Los días se llenan de nuevas prioridades, de rutinas que giran en torno a otro ser, de un amor que desborda… y también, muchas veces, de un olvido silencioso de quién eras antes.

No es egoísmo extrañar tu espacio.
No es inmadurez necesitar un momento a solas.
No es debilidad querer reconectar contigo.

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Ser madre o padre no debería significar dejar de ser tú.
Pero a menudo, sin darnos cuenta, comenzamos a corrernos del centro de nuestra propia vida, creyendo que eso es lo correcto, lo necesario, lo amoroso.

¿Y si ser amoroso también es incluirte?

La entrega total no debería borrarte

Nos enseñaron que criar es sinónimo de dar.
Y sí: damos. Tiempo, cuerpo, energía, palabras, contención.

Pero muchas veces, en ese dar constante, se cuela una sensación sutil: la de desaparecer un poco.

Dejas hobbies.
Postergas silencios.
Apagas deseos.
Y llega un día en que te preguntás:
¿Quién era yo antes de esto?

La entrega total parece noble. Y en parte lo es.
Pero si no te incluye, si no te cuida, si no te nombra… se vuelve sacrificio.
Y del sacrificio no nace un hogar en calma.
Nace el agotamiento, la culpa, la desconexión.

Cuidarte también es criar

Cuidarte no es una pausa en la crianza: es una parte esencial de ella.

Cuando te das lugar, estás enseñando sin palabras que el amor propio también importa.
Estás diciendo a tu hijo o hija:
“También me veo. También me necesito. Y eso está bien.”

Los niños aprenden por imitación.
Y cuando ven a un adulto que se respeta, crecen sabiendo que ellos también pueden hacerlo.

Criar no es desaparecer.
Criar es estar. Y para estar de verdad, también hay que quedarse cerca de uno mismo.

Pequeños gestos para recordarte en medio del caos

No se trata de grandes decisiones.
Se trata de volver a vos mismo en lo cotidiano, sin culpa:

  • Elegir tu música favorita mientras cocinás.
  • Tomarte cinco o diez minutos con un café en silencio, sin celular.
  • Volver a escribir, aunque sean solo dos líneas al día.
  • Leer una página de un libro que te nutra, aunque sea al acostarte.
  • Decir “no puedo ahora” sin justificarte mil veces.
  • Pedir ayuda sin sentir que estás fallando.

Cada uno de estos actos es una forma de decir:
“Sigo siendo yo, incluso mientras cuido.”

Y ese mensaje, aunque parezca invisible, sostiene mucho más de lo que se ve.

No se puede criar con calma si estás desconectado de vos

La autoexigencia y la desconexión sostenidas generan:

  • Irritabilidad constante
  • Sensación de vacío o insatisfacción
  • Culpas innecesarias
  • Dificultad para disfrutar incluso de lo bueno
  • Agotamiento emocional profundo

Y aunque ames profundamente a tu hijo, sentís que algo en vos se apaga.
A veces con tristeza. A veces con enojo. A veces con una especie de resignación muda.

El bienestar interior no es un lujo: es una necesidad.
Es la base emocional para criar desde un lugar más pleno, más real, más habitable.

La identidad no se pierde, se transforma

No volverás a ser la persona que eras antes de tener hijos.
Y está bien.

Pero eso no significa que debas dejar de ser tú.
Significa que ahora sos alguien más complejo, más rico, más lleno de capas.
Y entre esas capas, tiene que seguir existiendo un espacio donde puedas respirar con tu propio nombre.

Ser madre o padre puede enriquecer tu identidad si no la anulás.
Puede darte una nueva profundidad si no dejás de mirar para adentro.

Podés cambiar, adaptarte, crecer… sin desaparecer.

Recuperar tus espacios no te aleja: te acerca

Muchos piensan que tomarse un momento es “distanciarse” del rol.
Pero la verdad es que:

  • Cuando te das respiro, podés volver con más amor.
  • Cuando te conectás contigo, conectás mejor con el otro.
  • Cuando te tratás con ternura, tratás con ternura también.
  • Cuando te volvés a vos, podés volver al otro con más verdad.

Es una danza constante. No perfecta, pero posible.
Una danza entre cuidar y cuidarte. Entre dar y no olvidarte.

Frases que pueden ayudarte a reencontrarte

A veces, una sola frase puede cambiar la forma en que habitás el día.
Aquí van algunas para que te repitas cuando lo necesites:

  • Tengo derecho a estar cansada sin sentirme menos madre o padre.
  • Me cuido no para alejarme, sino para estar mejor presente.
  • Mi identidad importa. Mi voz también.
  • Estoy criando, pero también sigo siendo yo.
  • No todo lo que soy tiene que ver con cuidar a otros.
  • También merezco ser mirada, cuidado, escuchado.

Podés escribir estas frases en una libreta, pegarlas en la heladera, repetirlas en voz baja mientras hacés una pausa.
No es magia. Pero a veces, es suficiente.

¿Qué le enseñamos a nuestros hijos cuando nos respetamos?

Les enseñamos que el amor no implica desaparecer.
Les mostramos que los adultos también tienen emociones, necesidades, ritmos propios.
Les damos permiso, sin decirlo, para cuidarse también ellos cuando lo necesiten.

Porque criar con amor también es criar con honestidad.
Y no hay mayor regalo que enseñar que la presencia nace de la verdad.

No estás sola, no estás solo

Lo que sentís, lo sentimos muchas. Muchos.
Eso de estar agotado y no saber cómo decirlo.
Eso de querer un rato de silencio y no poder encontrarlo.
Eso de extrañar partes tuyas que parecieran dormidas.

No estás fallando.
Estás atravesando una etapa intensa, hermosa, desafiante.
Y en medio de todo eso, seguís siendo una persona entera, con historia, con alma, con deseos.

Cierre emocional

No te perdiste.
Solo estabas cuidando tanto, que te olvidaste de mirar para adentro.

Hoy, quizás, sea un buen momento para volverte a abrazar.
Para recordar que criar con amor también incluye amarte a vos.
Y que tu calma, tu risa, tu esencia… también son parte del hogar que estás construyendo.

Volvé cuando necesites volver a vos. Este espacio también es tuyo.

Me alegra haber compartido este espacio contigo.
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